Ya lo he dicho otras veces: Pedro Sánchez me despertada cierta simpatía conmiserativa. No por sus opiniones políticas, ni por su jovial sonrisa, ni por su indudable carisma de modelo de pasarela. Era la misma simpatía, (quiza seria mejor decir empatía), que te despierta esa gacela acorralada en un circulo de leones que ves en los documentales de La 2, esperando el momento de un giro de cabeza para atacar a la yugular desamparada.
Porque desde sus inicios, ha tenido enemigos dentro, fuera, a izquierda y derecha. Como esos enfermos cuya vida dependen de una burbuja que, el menor quiste en ella, les conduce a una muerte lenta e inexorable, desahuciado tanto interna como externamente, hasta convertir al sujeto en un cadáver girando sin control a merced de los embates externos.
De acuerdo, hablamos de un personaje de ficción. Había que sustituir a Rubalcaba, una mezcla del Sr Burns de los Simpson y Conde Dracula, quien con ese desodorante a derecha cada vez mas intenso, empujaba al resto del Partido en caída libre, diluyendo la línea que les separaba del PP, hasta el punto en que esta desaparecia cuando se trataba de grandes temas de Estado, sin rubor a modificar esa Constitución, según ellos sacra, cuando interesa y permitiendo que les horadasen los movimientos vecinales su lugar teórico de apoyo a los ciudadanos por encima de los grandes poderes fácticos.
Y para ello se busco a lo más parecido a Clark Kent. Antiguo jugador de baloncesto, posible modelo de pasarela y de sonrisa impoluta. Y digo se buscó, porque nadie sabia quien era Pedro Sánchez hasta que fue nominado para Secretario General. Pero el guión estaba claro: había que parar los pies a quien realmente podría aportar algo como Medina, mientras el núcleo duro esperaba una recomposición para tomar las riendas. Un intermedio para que la Khaleesi Susana, verdadera representante de los Lanister del partido, a quienes lo que menos les interesan son cambios radicales que puedan abrir grietas por donde se investiguen cómo han llegado a un nivel de vida más propio de Revista Forbes que de empleado del Pueblo, partiese desde su (aun) feudo, para hacerse con las riendas de un poder conformaticio y disciplinado, como mandan los cánones.
El caso es que nuestro Kent se quito las gafas y no, con ello no vio esa continuidad acomodaticia y se decidió a luchar contra ella. Lo que descubrió es que sus dias de gloria estaban contados. Mala suerte, los hombres de paja siempre terminan ardiendo. Ya lo dijimos en su momento, su única oportunidad hubiera sido llegar a presidente, pero Podemos le cerro las puerta dejándole a merced de esos lobos que albergaba en su guarida creyendoles hermanos de camada, los cuales han terminado por devorarle.
Ahora las preguntas obligadas son:
¿Cuanto tardara el Partido Socialista en recuperarse de esa imagen cainita de lucha por el poder que nos han ofrecido estos dias, que no por los ciudadanos?. ¿Y cuánto de su electorado se difuminara por ella?
Y dos: ¿Sera Podemos capaz de aprovechar esa guerra fratricida para conseguir por fin ese sorpasso tan ansiado, o de nuevo Iglesias se infundirá su capa de mesías, acelerando esa confrontación que arde dentro de la amalgama que conforma Podemos, conduciendoles al mismo lugar donde se encuentran ahora los socialistas?.
El tiempo lo dirá. Lo que podemos aventurar sin ser clarividentes es aquello que ya profetizamos hace tiempo:
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